Testimonio del Hermano Eduardo Leones, Sacerdote Misionero del Albergue San Juan de Dios
El apostolado que realizo es el de la limosna. Ha sido una de las etapas más emocionantes e interesantes en mi vida. Cuando he ido a cada una de las personas a pedirle algo para los albergados, nos han recibido con mucho cariño. La gente también ayuda porque cree todavía que si dan algo al Señor él les va a responder con algo.
La alegría que siento, al ver que con lo poco que se ha recolectado la gente se va contenta a su casa, no tiene dimensión.
Hay gente que muchas veces duda del destino que se le va a dar a la limosna, entonces yo les invito a pasar por el albergue y cuando van, quedan anonadados con el trabajo que se realiza en la casa hogar con tan poco.
A partir de esa visita, las personas se duelen de la situación de nuestros viejitos y ahora tenemos personas del barrio que son voluntarios, gente que nos regala veinte pollos cada dos semanas, nos ayudan con cobijas y ropa…
Es interesante el tener que ingeniárselas para salir cada día, solo lo logramos con el amor de Dios y la alegría de nuestros albergados que es el motor de nuestras vidas en esta ardua labor.